
El cesto la despedaza.
Tumbado sobre la sucia alfombra me doy cuenta que el techo cada vez se vuelve más pálido. Y es que mis labios estan confundidos.
Unos cuantos chismosos queriendo satisfacer el apetito del cólera, unas chicas vacías enterrando veneno en cualquier cuello que aparesca y un jóven poeta intentando enterrar el pasado. Que ingenuo soy.
Aquella vieja fotografía en donde tu pelo resalta, se burla de mis frustaciónes haciendome recordar que soy sólo un buen humano en un nefasto mundo. Y sigo sin tenerte.
Imagina por un instante que todo no fuera como lo es; qué nunca tuviera la habilidad para estar ahí y mucho menos para dejarte con tu realidad de tenerme cuando quieres. Cómico, las cosas serían diferentes.
Un valor opaca a un sentimiento.
Mando una carta al purgatorio y el cesto la despedaza.
Y es que se lee como una típica historia adolescente...

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